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Digamos que es ya 1 de enero. Hemos celebrado la Navidad, hemos dado la bienvenida al año y la fiesta ha terminado. Restos de comida, botellas vacías, confeti, papeles de embalar por el suelo y globos, muchos globos…

 

Toca recoger y limpiar todo. Volver a la normalidad. Hemos comido y bebido sobrepasando los límites de varios pecados capitales  -gula, lujuria, avaricia…- que nos montarían directos en la barca de Caronte camino al infierno. Hemos decorado y “puesto todo bonito” para volver a quitar todo y tirarlo, en el mejor de los casos guardarlo para otro año. Hemos derrochado y hemos comprado regalos, algunos útiles, la mayoría inservibles. Hemos embalado todos esos regalos en un papel bonito, brillante, llamativo, que te anticipa que dentro hay algo especial, y… hemos roto y tirado todo ese papel de nuevo. Y todo esto sin remordimiento alguno.

 

¿No es curiosa y paradójica la función para la que ha sido creado este papel de regalo? En pocas palabras podríamos definirlo como “papel para que haga bonito” (y luego tirarlo, añadiremos como paréntesis).

 

Es este bonito absurdo el que atrajo la mirada curiosa de la artista Gemma Gené, quien a través de pinturas y dibujos hiperrealistas lleva a lienzos, papeles y tablas unos bodegones contemporáneos, reflejo absoluto del disparatado consumismo de nuestro tiempo.

 

Su trazo es delicado, obsesivamente detallista y con él consigue captar a la perfección ese característico brillo del papel plateado de celebración. Casi esperas verte reflejado en el óleo, grafito y tinta de sus obras como si fueran espejos, a la par que resistes la curiosidad de abrir el paquete y el impulso de romper el papel para saber que esconde.

 

De lo bonito de lo absurdo.

GEMMA GENE

 

COMISARIADO DE LAURA JIMÉNEZ IZQUIERDO

Biografía:

 

Gemma Gené es una arquitecta y artista visual nacida en Barcelona, España, trabajando hoy en día en Nueva York. Gemma se mudó a los Estados Unidos para realizar su Master in Advanced Architectural Design en la Universidad de Columbia. En 2014 nada más graduarse se unió al estudio de arquitectura Steven Holl, hasta que decidió centrarse en desarrollar su propio trabajo artístico.

 

Su trabajo se centra en objetos envueltos y globos de aluminio. Parte de su trabajo en 3D comparte el lenguaje de la arquitectura ya que estudia el volumen y la geometría utilizando piedra, hormigón e impresión 3D. Su trabajo ha sido expuesto en Nueva York en la Accessible Art Fair, The Rush ARts Gallery y Figment NYC entre otros, al igual que en Barcelona y Madrid.

Gemma Gené es mejor conocida por su comic online 157ofgemma donde narra en un tono irónico su día a día con su su inseparable carlino Mochi.

 

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Siguiendo la tradición más pop de los objetos impersonales y cotidianos de Warhol y de los brillantes y kitsch globos de Jeff Koons, sumando esa fascinación por la envoltura de todo tipo de objetos, monumentos y parajes de Christo y Jeanne Claude, Gemma saca a la luz su formación como arquitecta para, inesperadamente, revelarse contra ella.

 

Con un trabajo muy geométrico y estructural en el que muestra toda clase de objetos embalados en papel de regalo: botellas, gafas, tacones, bolsos, frutas y hasta langostas; la artista decide lanzar un ataque contra los preceptos de la seriedad y elegancia de la arquitectura. ¿Por qué dentro de un ambiente “intelectual” o “elegante” no se puede decir que nos gustan las cosas brillantes y kitsch?  ¿Y por qué para describirlo no se puede utilizar la palabra “bonito”?

 

El papel de embalar es bonito. Los globos son bonitos. Si su función y naturaleza es “que haga bonito”, ¿cómo no íbamos a poder admitir que lo son?

 

De la forma más dulce e inocente, a la par que sarcástica y ocurrente, Gemma se revoluciona contra todo cinismo e hipocresía por la elegancia, pero también, de manera más profunda, contra este preocupante fetichismo de la mercancía de esta sociedad consumista.

 

En un universo en el que más que nunca la contemplación y el respeto por el tiempo son más difíciles de encontrar, Gemma se detiene ante esos bodegones del derroche para simplemente, meditar sobre ellos y otorgarles unos minutos de atención y así apreciar su belleza totalmente vacía de contenido. O, paradójicamente, tan cargada de él. Ya que como decíamos, estos brillantes globos y envoltorios, superficiales y cursis, acaban siendo uno de los más claros retratos de este mundo de desfachatez y despilfarro en que vivimos.

 

Hemos imaginado que es 1 de enero. Pero podríamos hablar del 26 de diciembre, del 7 de enero, del 15 de febrero, del día después de tu cumpleaños, de cualquier domingo, de cualquier lunes. De cualquier día que parece que dejamos tras nosotros más rastro de plástico y residuos que huellas en la tierra. De cualquier momento en el que inconscientemente y sin arrepentimiento cumplimos con ese eslogan descartiano contemporáneo de Barbara Kruger, “I shop. Therefore I am”.

 

Pero esto no es ni una obra ni un discurso pesimista sobre la Navidad. En absoluto. Es solo una invitación a pensar en lo que de verdad importa, a reírnos de la hipocresía, a ser conscientes del absurdo consumismo y despilfarro, a disfrutar del tiempo y vivir sin tanta prisa, a ser inocentes y apreciar las cosas bonitas. ¿O no son bonitos esos globos estrellados que brillan como agua transparente y flotan en silencio en el lienzo de Gemma? De hecho, son muy bonitos.

 

Laura Jiménez Izquierdo

Diciembre 2016

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