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No ha llegado oficialmente el invierno, pero el frío ya se respira en las calles. Serpentea travieso entre los orificios de las bufandas y abrigos, erizando las pieles y haciendo que tiemble tenuemente el pecho. Se acerca el invierno, “Winter is coming”, pensarán y asociarán rápidamente los seguidores de la famosa serie estadounidense “Juego de Tronos”. Pero ese frío que nos hace tiritar, no sólo está presente estos días de manera literal para hacernos sacar el abrigo.

 

Nos avasallan noticias de otro tipo de frío, más gélido, vibrante y aterido. Las calles vacías de Bruselas, los atentados de París, los bombardeos en Siria, refugiados ante las puertas cerradas de Europa, el olvido en Ucrania… Tristeza, aprensión, personas que se quedan atrás, muertes injustas, guerras de intereses que no se alejan tanto de la ficción de George R.R. Martin.

 

Pero esto no es nada nuevo, lleva toda la vida con nosotros. Sin embargo, no siempre nos es mostrado o tampoco somos capaces de verlo. No digo nada nuevo al referirme a cómo los medios de comunicación nos presentan las noticias sesgadas o cómo nos escandalizamos más cuando la fatalidad y el peligro nos sorprenden más cerca.

 

Nuria Fermín González también sabe que esto no es algo nuevo, y ya lleva varios años dedicando su obra a representar una cara de todos estos conflictos. A través de una línea de trabajo figurativa y fotorrealista, la artista toma algunas de esas imágenes con las que nos embriagan los medios, selecciona fotografías de periódicos, revistas o de internet y las lleva a un nuevo soporte de gran formato –lienzo, madera, papel– jugando con veladuras de óleos o acuarelas.

 

Vemos avenidas vacías y casas derruidas, mujeres y niños serenos en la calle, una muchedumbre que avanza lentamente hacia algún lugar. Estas escenas se nos presentan desubicadas y alejadas de la noticia. No son imágenes en las que aparezca directamente representado el sufrimiento, las heridas, el temor o el desconsuelo; sino que parecen escenas en calma, en un silencio congelado. La artista ha jugado con la selección de imágenes, la composición y la gama de color, eliminando la pintura  blanca –ajena en la realidad fotográfica– y las texturas, consiguiendo una pintura más plana, de pincelada limpia y unos colores más saturados, que dan fuerza a la imagen y una sensación de apacibilidad.

 

Ahora, viendo los títulos de los cuadros, podemos confirmar lo que todos estábamos intuyendo. Que los edificios en ruinas, las calles y ciudades desérticas son escenarios de Siria y Ucrania; que las madres y niños son grupos de refugiados de Kenia; que el gentío andante es una aglomeración de sirios intentando huir despacio pero con urgencia de lo que era su hogar y en el que ya no encuentran cobijo.

 

La artista cuenta cómo comenzó a pintar estos “Escenarios Habitados” cuando en 2012 vio una fotografía en prensa de un niño con discapacidad intelectual y postrado en una camilla ayudado por su abuelo en una calle de Aleppo, dónde se veían civiles agitados y marcas de bala. Sin embargo, el abuelo y su nieto parecen tranquilos, ajenos a ese terror y odio, esa desconfianza y recelo general.

 

Quizás no entiendan qué está pasando, quizás prefieran no pensar en ello. Quizás, cargados de entereza, prefieran intentar disfrutar de la compañía y la calma de un momento que es únicamente suyo.

 

Son muchos los artistas que han utilizado en las últimas décadas la técnica del hiperrealismo. Algunos, han dedicado su magnífico detallismo, que a veces incluso supera a la fotografía, a temas de preocupación social, política y cultural. Así, el trabajo y la temática a la que recurre Nuria Fermín con su fotorrealismo recuerda a artistas como el americano Denis Peterson, quien con su increíble pincelada muestra la cara más tranquila y sosegada de los protagonistas de los principales detrimentos que sufre el mundo.

 

Los “Escenarios Habitados” de la artista buscan ese instante de calma en mitad del curso de una guerra. Escenas congeladas en las que no hay nadie, y si lo hay, es un grupo imperturbable y sereno, tranquilo. Es una llamada a recapacitar, a observar aquellos lugares infrahumanos que quedan escondidos detrás del desastre, donde aparecen personas –como tú, como yo, como nosotros– que les ha tocado desafortunadamente vivir ese momento; sin pedirlo; sin entenderlo.

 

Una realidad plasmada misteriosamente ensordecedora y dónde se respira la calma. Un reclamo de paz para todos aquellos indefensos que no son partícipes y que, al igual que en la novela de Dulce Chacón, tienen la voz dormida.

 

Nuria Fermín pinta para intentar despertar esas voces. Hace de las imágenes efímeras de la prensa en papel caduco una imagen permanente y perenne.

 

No vamos a cambiar el mundo con estas obras, con este texto, con esta exposición. Pero no olvidemos lo que sucede en Siria, en Ucrania, en Grecia, en Francia, en Korea, en Afganistán… Y no olvidemos que, en muchos de esos rincones, hay momentos de silencio, y no de los incómodos, o de los conmemorativos, sino de los que disfrutan un abuelo y su nieto, olvidando sus adversidades y los gritos que oyeron esa misma mañana; un silencio de calma, de paz con uno mismo y los que quieres. Espacios habitados de momentos de silencio y resiliencia.

 

Laura Jiménez Izquierdo

Noviembre 2015

 

SILENCIO Y RESILIENCIA. Espacios Habitados.

NURIA FERMÍN

COMISARIADO DE LAURA JIMÉNEZ

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