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La dialéctica de la obra de Carlos del Valle conversa a media voz entre fotografía y pintura. Esta relación, lejos de constituirse como algo casual, amenaza la hegemonía indiscutible que siempre ha tenido la pintura en el arte por su gran rival, la fotografía, que desde sus inicios fue la envidia manifiesta de aquella. Esta tensa relación ha sido abordada multitud de veces (tiene su inicio en los sesenta), con especial atención en los últimos años, denominándose pintura sin pintura.


Esta tendencia es la muestra más patente de la venganza de diferentes disciplinas contra la pintura y ese absolutismo artístico del que siempre se ha jactado. Sin embargo, también es la resulta lógica de la evolución del arte contemporáneo en cuanto a investigaciones formales, a la par que una gran muestra del legado abstracto, en concreto del expresionismo americano.


A este respecto, una de las primacías dentro de la abstracción fue la anteposición de los medios técnicos a la función representativa del arte. Con ello se dio mayor importancia a las cualidades autónomas cromáticas y compositivas a la vez que se desprestigiaba el motivo figurativo. De todas formas es justo y necesario decir que a lo largo del siglo XX las aproximaciones y los alejamientos de la pintura a la representación han sido constantes e incluso equilibrantes si se quiere -retroceder para avanzar, quitar para ofrecer de nuevo- debido a la incorporación de materiales en su faceta pictórica pero también en la extrapictórica. Pero esta incorporación e intrusismo material ¿a qué obedecía? Pues básicamente a necesidades de expresión y de semántica que el quehacer anclado en la tradición pictórica no podía ya solventar, dando como resultado una doble transformación: material (afectando directamente a la condición física de la obra) y conceptual (desarticulando su sentido).


Yayo Aznar recrimina que la tan manida “muerte de la pintura” es una consecuencia directa -y merecida- de su insistente manía de eliminar aquello que ella misma consideraba impuro, desconociendo que son los defectos los que enriquecen la existencia. De cualquier tipo. Así que, denominadas por el autor como traiciones, enumera lo que vienen a ser auténticas alternativas a la práctica pictórica tradicional, aburrida y académica, presentándonos cuatro posibles salidas que han

han tomado los pintores contemporáneos españoles para combatir el tedio que reinaba en el panorama artístico: desde los materiales, desde el interior del cuadro, desde el marco y desde la fotografía siendo esta última donde se inserta la obra de Carlos del Valle.


Puede que lo realmente importante de la aportación de la fotografía al medio pictórico sea su carácter fragmentario, lo cual puede conducir fácilmente a la abstracción. Pero al igual que todo movimiento de ruptura o al menos innovador, ha de perseguir unos objetivos o ha de sublevarse contra algo. En su caso, la pintura sin pintura, siguiendo el análisis de Santiago Olmo se escinde en tres grandes bloques:



1) Enfrentarse a la “muerte de la pintura”.


2) Aportar una perspectiva revisionista y redefinidora de los términos hoy y ahora a la par que señalar cuáles son las aportaciones que el género pictórico hace al campo de la percepción y de la memoria colectiva.


3) Aludir al contexto actual, plagado de malestar, que infecta las artes plásticas desde la era de los noventa, las cuales se ven adoctrinadas por una perspectiva experimental que apuesta por quebrar tanto la percepción que tenemos de las obras como la presentación de las mismas sin olvidarnos de sus medios de distribución y exhibición.


Carlos del Valle realiza una cuidada exposición atendiendo a todos estos principios y creando un ritmo unidireccional en la producción de la misma, pues estas no pueden ser leídas más que de principio a fin, o lo que es lo mismo, de arriba a abajo a riesgo de perder su significado y fuerza si se ven aleatoriamente.


Profundamente equilibrada, su producción se adueña de la elegancia y serenidad del blanco y negro para emular la color field paiting e incluso coquetear con el suprematismo demostrándonos lo mucho que se puede hacer hoy día en arte contemporáneo y la cantidad de cosas que aún pueden sorprendernos.

Norma Blanco

18 de mayo de 2013. Salamanca.

No lo llames pintura (Porque es fotografía)​

CARLOS DEL VALLE

 

COMISARIADO DE NORMA BLANCO.

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