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Francisco Monedero Raya

Licenciado en Historia del Arte y Máster en Desarrollos Sociales de la Cultura Artística. Ha trabajado en la fundación Picasso y es autor de Crítica y Arte en la Red


Los nuevos caminos para la historia del arte

 

Del 20 al 22 de junio se ha celebrado en Málaga el III Workshop Internacional de Historia del Arte digital, dirigido por Nuria Rodríguez Ortega, en el que se han dado cita una veintena de ponentes. Todos ellos reman en una misma dirección desde sus lugares de acción o trabajos profesionales, y es el del utilizar las nuevas herramientas tecnológicas para construir o comunicar una historia del arte bastante distinta a la que estamos acostumbrados en nuestros libros, clases, seminarios, etc… una historia del arte digital.

 

Los nuevos caminos de la historia del arte, son en ocasiones turbios y difíciles de definir, tampoco tienen la aceptación de la mayor parte del público académico, pero constituyen una realidad ineludible y negarla no constituiría un verdadero ejercicio de reflexión crítica. La historia del arte digital, tampoco es nueva, pues pertenece al campo de las llamadas humanidades digitales. Bajo su regazo, otras disciplinas como las filologías o la literatura sí han sabido acomodarse de una manera más natural y respaldada.

 

Aunque como digo, la historia del arte digital es algo cuya conceptualización parece difícil, pues ni si quiera los expertos han dado con las palabras clave para la definición de ello, intentaré explicar muy resumidamente a que se refiere este concepto y sus consecuencias.

 

La historia del arte digital es la disciplina que sirviéndose de los sistemas de computación de datos, es capaz de devolvernos dichos datos de manera visual a través de por ejemplo, gráficos. La novedad reside en que el aporte que nos da la máquina al interpretar los datos, compararlos, superponerlos, analizarlos, puede hacer ver al investigador cosas que antes con los medios habituales eran imposibles de ver.

 

Esta explicación que de manera rapidísima e intentado ofrecer, tiene como consecuencia un cambio importante en la epistemología de la historia del arte. Para aceptar esto como sistema válido de investigación y estudio de la historia del arte, hay que “cambiar el chip”.

 

Aunque si se ve de la siguiente manera, quizá no sea tan difícil cambiar el modelo de pensamiento. Digamos que la clave reside en pensar en que una eficaz interpretación de los datos puede aportar nuevas visiones de la realidad artística. Es decir, no es más que un ejercicio crítico con una metodología nueva. El crítico encarna a la perfección esa figura de vehículo, que traduce o interpreta la obra al público, pues bien, en mi opinión esto es algo parecido. Las obras nos aportan unos datos que hay que traducir e interpretar.

 

Como vemos la historia del arte necesita una actualización y revisión de sus mecanismos de conocimiento, pues crece imparable en un mundo cada vez más dominado por las tecnologías de la información y la comunicación (tic). El mundo de la cultura avanza rapidísimo y de hecho, ya están siendo reconfigurados muchísimos ámbitos del mismo como consecuencia de éste boom de las tic’s, museos digitales, comisariado digital, crítica de arte en medio digital, bloggers etc…

 

Sea como fuere, y se asiente o no, estas nuevas maneras de comprender la historia del arte, no podemos darles la espalda y merecen ser seguidas y observadas de cerca,  siempre con detenimiento y sobre todo,  juicio crítico.

 

Francisco Monedero Raya

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