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Escritores

Laura Jiménez Izquierdo

 

Comisaria e Historiadora del Arte.

Artículo

 

Los monstruos juegan con las flores

 

Una vez dentro del Museo C.A.V. Neomudéjar, parece que aún se puede escuchar el eco de la maquinaria constante de los talleres del MZA (Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante), así como se puede percibir la energía agotada de largos años de vacío y soledad. Una arqueología industrial que podría parecer la guarida de un monstruo escondido. Pero de un monstruo que juega con flores.

 

¿O no se respira en este espacio casi olvidado un aire de ruina, romántico como las flores y siniestro como los monstruos?  

 

Coetáneas a estos talleres ferroviarios, empezaron a surgir las primeras teorías filosóficas sobre lo siniestro en el s. XIX, pero parece que fue Sigmund Freud el que recogiendo todas ellas dictaminó que el problema de lo siniestro debía ser abordado desde la estética, y por ende, desde el arte[1].

 

Y así deciden abordarlo el colectivo El Quinto Espacio, conformando un Site Specific Project en siete salas de la Neomudejar y creando una grieta unificadora en la que sus monstruos parecen dialogar entre sí y/o con nosotros.

 

No obstante, ¿qué son estos monstruos? ¿Por qué les llamamos monstruos a estas figuras enmascaradas, oscuras, misteriosas, ocultas e híbridas? A primera vista parecen individuos excluidos, ocultos en este espacio melancólico y de un silencio extrañamente agradable. Son otredades en las que no nos vemos reflejados, ya que han sido condenadas a ser extrañas y anómalas.

 

Detengámonos. Miremos dos veces. Otra más. Las que haga falta.

 

¿No son acaso estos monstruos reflejo  y personificación de nuestros miedos? Del silencio eterno, de la oscuridad, del dolor, de la muerte, de la soledad… Efectivamente, son una metáfora de la inseguridad por el cambio, del miedo por la otredad, del caos por lo inefable, de la ansiedad por el exceso, del abismo por lo desconocido.

 

Sumándose a la muestra, la célebre artista Marina Núñez presenta este reflejo literal con una pieza de su serie Imago. Un retrato epidérmico de una cabeza decapitada monstruosa y flotante cual Medusa ctónica que, a modo de espejo, refleja en su tuberosa superficie vidriosa la mirada inquieta del retratado. Un siniestro black mirror de ese imago como último estado tras la metamorfosis de un monstruo. Y, sin embargo, esa atmósfera sosegada e imperturbable en la que flota la cabeza es a la vez, plácida y acogedora. ​

*Texto curatorial de la exposición de El Quinto Espacio en el Museo C.A.V. Neomudejar. Madrid, Diciembre 2016.

 

 

Web de El quinto Espacio: 

quintoespacio.es

También Freud en su escrito hace un estudio filológico de la palabra “siniestro”, en alemán: unheimlich. Su antónimo, incluido en la misma palabra, heimlich, crea un diálogo antagónico extraño, inquietante y, también, bello, metafóricamente bello. Por un lado, puede referirse a algo que nos resulta agradable, íntimo y familiar, algo como… una flor. Por otro, puede referirse a algo oculto, secreto e impenetrable, algo siniestro –como su antónimo–, algo como… un monstruo.

 

Así que podemos adoptar Heimlich como estado de la cuestión, como esa grieta para concordar un estado de caos y orden, como esa máscara metafórica que le ponemos a nuestros miedos en forma de monstruo. Pero recordemos que los monstruos pueden ser más inocentes de lo que pensamos y que, al menos los aquí presentes, juegan con flores, que por su parte pueden ser más ominosas y peligrosas de lo que esperamos…

 

Laura Jiménez Izquierdo

Diciembre 2016

 

 

 

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[1] Freud, Sigmund: 'Lo siniestro', Obras Completas, Tomo VII, Biblioteca Nueva, Madrid, 1974.

 

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