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Exposición

IRENE CRUZ

COMISARIADO DE MIROSLAVA OROZCO Y EDUARDO RODRÍGUEZ MERCHÁN

Aus Heiterem Himmel

Nos invita a soñar… a sentir ese momento preciso donde la obra no se hace reflexionar sino que, se deja sentir. Se muestra ante nosotros esa imagen única que nos invita a traspasar la línea que hay entre lo mortal y lo inmortal… nos permite ser parte de la obra misma.

 

Irene Cruz a mí parecer logra captar esa línea divisora entre lo que puede ser y lo que es, lo que no es y que por lo tanto, nunca podrá ser. Ese es su logro, transmitir lo irreal con base en lo real; pues el contraste de luz sugiriendo el cambio de ánimo en la fotografía y logrando diluir el tiempo en la neblina son características que debemos apreciar y no pasar por alto.

 

Ahora bien; en el caso de los videos, los cuales son: "Aus Heiterem Himmel", que retoma el nombre de la exposición; e “Ich Mache keine Fehler”, podemos reconocer la invitación que se nos hace, puesto que ambos nos regalan diferentes emociones correlacionadas.

 

En el primer video se puede apreciar lo "inesperado", pues lo que uno cree que verá no es precisamente lo que está por ver, y es exactamente en dicho punto donde radica el poder de esta obra. En "Ich mache keine fehler", se puede encontrar esa ambientación un tanto mágica que rodea la obra completa de “Aus Heiterem Himmel”,... es intrigante, pues el concepto y el juego de palabras tienen un gran peso.  Ambos videos son la pieza que complementa la función artística que Irene Cruz plantea en esta exposición, en este conjunto.

 

Sentimentalismos en la penumbra embelesados con luz tenue… Más allá de lo irreal, de lo real, de lo paradójico, de lo solitario, de lo intrigante, de la calma… de la magia… es lo que llega a transmitir Irene Cruz en "Aus Heiterem Himmel".

 

Miroslava Orozco.

"Aus Heiterem Himmel" es el nombre de esta exposición, es el trabajo de la artista Irene Cruz; quien con pequeños pero perceptibles toques surrealistas, nos presenta y nos regala un arte contemporáneo que transmite y se deja sentir. Trabajo que se conforma por varias obras fotográficas y por dos videos.

 

El conjunto total del trabajo de Irene Cruz emite un sentimiento unido y {único, pero debido a los diferentes medios en los que se presentan las obras: soporte fotográfico y videográfico, se presentara un análisis primeramente de la fotografía y posteriormente de los videos, puesto que aunque “Aus Heiterem Himmel” es un conjunto con una misma idea y una misma historia, los soportes donde se presenta esta obra artística nos exigen distintas atenciones; pese a que la fotografía y el video vienen de la mano.

 

La fotografía fue crucial para la Historia del Arte pues fue uno de los parámetros que le permitieron al arte mismo de finales del siglo XIX, despegarse de la realidad fidedigna. Posteriormente la fotografía haría lo mismo y nos mostraría una visión que va más allá de lo que se ha denominado como real; este es el caso del trabajo fotográfico de Irene Cruz, pues logra captar en cada disparo, en cada imagen, un logro reconfortante. 

 

En cada una de las fotografías hay presencia de naturalismo, por supuesto que lo hay, pero un naturalismo que nos es mostrado con algo más que la presencia del verde olivo del bosque… podría ser cualquier día pero nunca podrá ser ordinario, puesto que nos deja caminar descalzos sobre la húmeda hierba. Nos permite esa posibilidad de sentirnos únicos, pero quizás también solitarios; la tranquilidad y la intranquilidad, lo claro y lo oscuro, dos polos opuestos que parecen lejanos pero que, en realidad son muy cercanos, eso es lo que se percibe en estas fotografías.

 

 

 

Ich mache keine fehler

Aus heiterem Himmel

Nacht und Nebel  

Irene Cruz

 

 

Con su trabajo audiovisual y con las palabras que lo presentan, Irene Cruz nos invita a pensar en nuestras propias fronteras vitales, a sumergirnos en los peligrosos territorios inexplorados de los límites entre la oscuridad y la luz, a viajar con ella durante esos pocos instantes durante los cuales el día se siente más poderoso porque ya se está convirtiendo inexorablemente en misteriosa noche. Nos invita a cruzar las fronteras que se encuentran entre lo mágico y lo real; entre lo visto y lo intuido; entre el movimiento continuo del río y la quietud fortalecedora del bosque; entre el fluir visible del columpio infantil y el inadvertido fantasma de lo que no podemos ver ni sentir: de lo invisible que se escapa al cuadro y al encuadre.

 

Como si se tratara de un verso lorquiano, las fotos y los vídeos de Irene Cruz se debaten en “un deseo de formas y límites que nos ganan”. Pero al mismo tiempo –y también Lorca lo cantaba- las imágenes de Irene desbordan la realidad apostando por un cuidado naturalismo cuando “desnuda la montaña de la niebla impresionista”. Un naturalismo descarnado y poético; barroco y neblinoso. Un naturalismo filtrado por la metafísica visual de Lars Von Trier y la visualidad poética de Terence Malick. Un naturalismo que, como apuntaba Emile Zola, puede no necesitar ir más allá de un fragmento de la naturaleza vista a través de un temperamento. Y el temperamento artístico de Irene Cruz es como un yunque que aguanta el martilleo de la realidad y convierte el tremendo sonido del entrechocar de los hierros en suaves gritos de irrealidad y de vacíos existenciales.

Salvador Dalí, en su lúcida y disparatada locura, se jactaba de su especial naturalismo cuando señalaba: “Pinto descalzo, me gusta sentir la tierra bien cerca de mis ‘dos’ pies”. Irene Cruz fotografía descalza, siente descalza la húmeda tierra del bosque, crea descalza porque le gusta volar por la naturaleza en esa “hora bruja” del atardecer tardío o del anochecer temprano. Volar, fluir, vivir y saltar. Para caer de nuevo pesadamente en la tierra real; para sentir en sus pies la humedad de la neblina que ya no es naturalista porque se ha convertido en poesía romántica alemana.

 

Cayendo en la tierra mojada y fría, con su eterna descalcez (no se si existe esa palabra, pero significa… y mucho) y con su entrañable mirada de niña desconcertada que busca y busca en el bosque ya oscuro, porque sabe que sólo buscando es posible encontrar, aunque ya no haya luz.

 

Buscando y equivocándose. Buscando y distrayendo la mirada. Cometiendo errores y aprendiendo de ellos. Borrando en su pizarra digital para volver a re-escribir la vida con su lápiz analógico; muriendo para volver a revivir; con más fuerza, con mayor poderío; con la sabiduría del artista que comparte con Baruch Spinoza ese sentido monista de entender la naturaleza como si fuera Dios y a Dios como si formara parte de esa naturaleza que nos atrapa, que nos fascina, que nos engulle…

 

Que nos devora y que nos hace pensar en lo corpóreo y pesado como si formara parte del alma y del vuelo y en el alma como si fuese ese cuerpo del que no podemos evadirnos y que nos hace caer de nuevo en la tierra.

 

Eduardo Rodríguez Merchán.

Catedrático de la Universidad Complutense

CRÍTICAS DE LA USAL SELECCIONADAS POR 3K ART

 

Críticas seleccionas por 3K ART, en colaboración con la asignatura de Crítica de arte del grado en Historia del Arte de la Universidad de Salamanca y la supervisión del profesor D. Javier Panera Cuevas.

 

 

AINOA LÓPEZ RIESCO

Con Aus heiterem Himmel nos adentramos en un mundo onírico plagado de referencias al cine, ya que cada imagen parece tratarse de un fotograma en el que la acción queda congelada, y a la fotografía de la malograda Francesca Woodman por el característico empleo del cuerpo femenino como sujeto principal de la obra. Además, Irene Cruz, al igual que hiciera Francesca Woodman, se utiliza a sí misma como modelo para sus composiciones. 

 

Precisamente, parece existir una moda o tendencia dentro del mundo de la fotografía actual hacia esa estética iniciada por artistas como la ya mencionada Francesca Woodman  o, en menor medida, Sally Mann. No hay más que hacer una rápida visita a las redes sociales, las cuales se encuentran atestadas de este tipo de imágenes cuyas protagonistas se generalizan en espectrales  muchachas perdidas en mágicos bosques sumidos en tonalidades frías, azules y verdosas, propias de cualquier película de Catherine Hardwick. Las más afamadas de entre estas incipientes artistas son la neoyorkina Alison Scarpulla, la canadiense Rebecca Cairns, ambas con millones de visitas en la red, y, dentro de nuestras fronteras, Dara Scully, con quien Irene Cruz guarda importantes similitudes.

 

Sin embargo,  a pesar de esos mimetismos y contagios que podrían hacer de esta estética algo pesado y redundante, una extraña fuerza hipnótica, casi magnética, nos empuja directamente hacia el interior de cada instantánea que compone Aus heiterem Himmel, convirtiendo al espectador en una especie de “habitante incierto” que se esconde tras los troncos que pueblan el horizonte de los escenarios. De este modo, yo misma me siento imbuida de la gran carga poética que cada imagen contiene y, como soñando, me veo desde la lejanía observando a esa chica que salta y se columpia en el centro de la escena.

 

Para mí esta es una historia del bosque, en la que los árboles son las columnas de la tierra encargadas de sostener el firmamento y nosotros, los seres más efímeros, encarnamos a las pequeñas luciérnagas que, como estrellas, se encienden y se apagan con el paso de siglos y milenios bajo la perenne mirada de la naturaleza eterna.

 

 

El árbol al lado de mi taller, ese es mi maestro.

 Antoni Gaudí

 

Un océano de sensaciones, henchido de una ingente masa de agua fría y electrizante que atraviesa el alma, se abalanza sobre uno mismo al preciso instante en el que la mirada se encuentra con cada una de las fotografías que completan la serie bautizada Aus heiterem Himmel, obra de la joven artista madrileña Irene Cruz.

 

Todas ellas nos muestran un paisaje denso y frondoso recorrido por ríos y montañas, en el que añosos árboles avanzan como tropas aguerridas  hacia el objetivo de la cámara y un exiguo manto de hierba apenas cubre el terreno helado. Pero no es este un bosque muerto, no. Se nos descubre como un conjunto orgánico en el que cada ser que lo conforma es el encargado de una determinada función vital. Así, la antigua raza de las coníferas, con sus lúgubres copas y fornidos troncos, constituye la perenne estructura sobre la que se apoya este  hogar agreste y bajo la que el mundo en movimiento continúa sin descanso. Y del mismo modo el río, las piedras, el musgo y la montaña. Todos ellos son testigos mudos del incesante paso del tiempo en un páramo de aspecto gélido y yermo, el cual, mediante la magia creada por estos moradores, es transformado en un lugar lleno de color y poesía.

 

De este modo, el bosque se convierte en protagonista indiscutible de la historia narrada por la artista. No obstante, ese protagonismo no es total sino que lo comparte con la muchacha de apariencia frágil e impresión solitaria que interactúa con él. Ella, a través de potentes saltos congelados y del uso simbólico del columpio, representa ese constante caminar que contrasta con la naturaleza ancestral, la cual permanece impasible e inmóvil ante su presencia.

 

Con todo ello, la artista está introduciendo una serie de connotaciones ambiguas que sitúan la acción en una especie de frontera entre dos mundos. Se ayuda de una luz lóbrega y sombría, tamizada por una niebla vaporosa, que nos sitúa en un universo atemporal detenido ante el umbral de la noche. Asimismo, la muchacha aparece repetidas veces en estricto movimiento, hasta tal punto que en ocasiones acaba por difuminarse, al igual que sucede con las fotografías donde brotan caudales de agua o grandes masas de nubes. De esta manera, la artista busca contraponer la transitoriedad del ser humano, de los arroyos, del vapor de la niebla, e incluso de  la nieve, frente a la inmutabilidad de la naturaleza y la eternidad del bosque.

e Ingmar Bergman hasta Susanne Bier o Lars Von Trier) o de creadores como Guillermo del Toro, se convierte en fundamental para comprender al personaje. Igual ocurre con 3k-art, espacio que respira en un medio nuevo, salvaje y todavía en muchos aspectos sin ley, sirviéndose de los tres puntos indicados: la viralidad de internet, la ausencia corpórea que se reinterpreta como presencia masiva (la debilidad que se convierte en fortaleza) y la supervivencia en tierra salvaje.

 

Por otro lado, no estamos ante “instantes captados”, sino escenas muy performativas, y precisamente por ello auténticas, pues no pretenden ser más que lo que son, y a partir de ello servir como herramientas de investigación. Son fotografías que incitan a la reflexión, tanto del yo como del medio, tanto del arte como del sistema. También la pieza audiovisual es partícipe de lo dicho, y se ejecuta con la perfección técnica de una obra de treinta y cinco milímetros. En ella nuestra joven se columpia, pero al pasar por delante nuestro desaparece. Como el arte de nuestros días, que está  pero a la vez no, que ya no necesita una pared de la que colgar, un espacio fijo que inundar, sino que todas las pantallas son suyas en potencia, haciendo de la cuarta dimensión su galería, reinterpretando el espacio y el tiempo, lo aparente y lo real.

 

La obra de Irene Cruz, pero también la labor desempeñada por Carlos Mozas y compañía en 3k-art ha llegado “de sopetón”. Como en toda crisis o tormenta, la calma previa jugó su papel. Internet asfixió al tradicional sistema del arte, permitió la globalización creativa y mercantil. Eso significó el fin de una era, pero como todo fin trajo un comienzo. Que una artista pueda disponer de una plataforma de acceso público, inter-espacial y trans-temporal – gracias al trabajo de un grupo de jóvenes – donde mostrar obras que beben del romanticismo decimonónico, del séptimo arte, de la fotografía, de la performance y del videoarte para hacernos ver que el devenir, la hostilidad del medio y la necesidad de adaptarnos a éste para sobrevivir son constantes en nuestra historia viene a demostrar que, cada cierto tiempo, debemos cambiar todo para que todo siga igual. Que debemos replantear y construir todo un nuevo sistema si queremos seguir haciendo aquello que nos define como seres humanos: crear desde la consciencia, tanto propia como comunitaria, en un contexto irreconocible tras la llegada – de sopetón – del cross-media.

 

Aus heiterem himmel, “de sopetón” en castellano para los no iniciados en el alemán, es el título de la exposición que acoge entre sus no-muros la galería virtual 3k-art en estos días. Dada la excepcionalidad – cada vez más usual – de que las obras se muestren de forma digital, en la pantalla de tablets, ordenadores o smartphones y y no en un lugar de coordenadas invariables, esta crítica debería servir para analizar y criticar no sólo la obra de esta joven creadora, sino también la nueva era del sector galerista de la que 3k-art forma parte.

 

Irene Cruz (Madrid, 1987) es una joven creadora licenciada por la Universidad Complutense de Madrid en Publicidad y Relaciones Públicas y Comunicación Audiovisual. Posteriormente realizó masters en Fotografía conceptual y creación artística. Ha ganado varios premios, entre ellos un accésit en Fototalentos de la fundación Banco Santander y ha participado en numerosas exposiciones tanto en España como en Alemania. Por otro lado, 3k-art es una plataforma virtual concebida a modo de galería online desde la que los internautas pueden acceder a exposiciones periódicas y contactar con jóvenes creadores o comisarios desde cualquier punto del planeta. Pese a que actualmente no  ejerce como intermediaria de venta de arte, este espacio virtual se plantea iniciarse en este aspecto. Estamos, pues, ante obras realizadas por una joven creadora que maneja la labor creativa, se sirve de la circulación de imágenes y conoce el actual sistema, que ha pillado a traspié a muchos, pero no desde luego a l@s chic@s de 3k-art.

 

Viralidad, presencia (o ausencia) y supervivencia son los ejes que articulan, que mejor definen, el “alma mater” de Aus heiterem himmel. Asimismo, estos tres conceptos servirían para analizar el papel de galerías online cono 3k-art, que tienen muchísimo que decir en la evolución del sistema del arte que está aconteciendo en nuestros días. Centrándonos en las obra expuestas, resulta innegable el halo de romanticismo que las rodea. Las fotografías muestran paisajes brumosos, la inmensidad del paisaje se convierte en factor fundamental. Su feroz dureza, y sobre todo, una frialdad inhumana que contrasta con la pequeñez, la fragilidad y desconcierto de la joven retratada, que ya no se queda atónita ante esa inmensidad inhóspita, como el caminante ante un mar de niebla de Friedrich, sino que interactúa con él, intentando humanizar ese mundo hostil. El medio, el paisaje, como en el cine expresionista alemán o escandinavo (desde Fritz Lang a

JAVIER MATEO DE CASTRO

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