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El artista Gorka Olmo (Bizkaia, 1986) presenta Abrigo, cobijo y fuego, una veintena de ilustraciones a tinta y rotulador, que versan sobre la dual relación mantenida entre el individuo y la casa. Realizadas con la delicadeza propia de quien se basa en lo que le rodea, las obras de Olmo rezuman costumbrismo y escenarios pintorescos, nada ajeno a nosotros, nada que no pueda ser encontrado bajo nuestros propios techos. De esta forma, la obra del joven artista vasco se vuelve familiar y accesible, casi tan fácilmente reconocible como el sofá de nuestro salón o el espejo de nuestro baño, transmitiéndonos entonces la calidez que simboliza el hogar.

 

Característico del autor es su estilo depurado, de formas claras, de líneas elegantes. En un ejercicio de osadía crítica, se podría argüir que el trabajo de Olmo aúna el minimalismo, por esas formas tan limpias en la ejecución, con el surrealismo, por ese caudal de imágenes usadas con significados múltiples, a la par que excéntricos. Muy acorde a la disciplina usada -la ilustración- el resultado es delicado, elegante, frágil y bonito, a pesar de ser éste un epíteto de lo más inapropiado dentro del mundo artístico. Sin embargo, la belleza de las obras del artista vasco ha de ser señalada como la perfecta unión, así como el obligado resultado, de su formación, su personalidad y vivencias, haciendo de él un artista completo a una edad tan temprana.

 

Aludiendo a la dualidad del título de la exposición, en un primer lugar podríamos entenderlo como el hogar que nos abriga, el hogar que nos cobija, el hogar que es cálido como el fuego. Es un sitio seguro, un refugio, algo que protege del exterior más amenazante, casi como el abrazo materno, donde nada debemos temer. Es el aislamiento personal en su sentido más positivo, casi un oasis al que acudir para relajarse, ser uno mismo, nuestro coto privado donde se distribuye el tiempo a placer, donde se descansa, donde se desconecta.

 

Sin embargo Abrigo, cobijo y fuego también pone en entredicho el significado unívoco que posee el hogar, cuestionando esa eterna protección de la casa, señalando el autor, con su ironía y sutileza habituales, que tal vez la amenaza no siempre resida en el exterior, sino que muchas veces el encierro doméstico sitúa el peligro dentro, no permitiéndonos identificarlo. En un estado depresivo, la casa puede acrecentar la dolencia, esto es, puede agudizar la tristeza y servir como cárcel. Su papel podría ser el de enorme y cálida celda que nos confina y aparta del mundo exterior, creando una sensación de dependencia tóxica. Casi parece que esas paredes que nos encierran susurran las amenazas del mundo exterior, invitándonos a quedarnos dentro, bien guarecidos, hasta que  la idea de que dentro siempre estamos mejor nos carcoma sin nosotros notarlo. Como resultado, deviene el aislamiento provocado por una estructura que reconocemos como propia, así como el creerse perdido en un lugar que debería servir como brújula personal o el sentir la casa como algo que asfixia, que oprime, mientras nos abraza y reza palabras de consuelo.

 

A través de su  ya característica imaginería pop, Gorka Olmo nos pregunta qué significa para nosotros la casa, intentando dentrarse en los recovecos más privados de cada uno de nosotros y despertando la duda acerca de si aquello que nosotros creemos que nos cobija, realmente encubre a nuestro enemigo más despiadado.

 

¿Qué pensar entonces? ¿Cómo asumir que algo que siempre ha sido vendido como positivo pueda tener un significado tan terrible? ¿Es Abrigo, cobijo y fuego una revolución temática en cuanto a lo que la tradición dicta ha de ser el hogar? Más bien no. Más bien es un ejercicio reflexivo, inteligente y sutilmente planteado que pone en duda el significado tradicional de la casa e introduce cuestiones acordes a las preocupaciones actuales.

 

Porque las grandes preguntas no son aquellas que pueden ser contestadas inmediatamente, sino aquellas que aturden por la sutileza de su planteamiento e invitan a la reflexión sobre algo que se daba por seguro.

 

Norma Blanco

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Abrigo, cobijo y fuego.

GORKA OLMO

COMISARIADO DE NORMA BLANCO

Exposición celebrada en Charada. Hasta finales de agosto

Calle jardines 2, Bilbao.

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